martes, 27 de septiembre de 2011

La Locura de la Fiebre y los Termómetros



El termómetro. Desde que estamos preparando la llegada del nuevo bebé, sobretodo si somos primerizas, ineludiblemente nos vemos enfrentadas a la "difícil" decisión de elegir el termómetro. No cualquier termómetro no, EL TERMÓMETRO. Porque claro, hoy en día hay tanta variedad; que si digital, que si infrarrojos,  electrónicos de oído, que si 4 en 1, que si 5 en 1...ufff. Y no ha sido hasta este fin de semana, cuando mi hijo tiene ya algo mas de 13 meses, que me ha quedado totalmente clara la cuestión. 

Pues bien, como decía, antes de que naciera mi hijo hice mi pequeña encuesta entre amigos, conocidos, matronas y demás personas susceptibles de ser preguntadas, y las opiniones eran tan variadas como la cantidad de personas a las que pregunté. Acabé comprando un termómetro digital con punta flexible pues la opción de los termómetros de oído me la desaconsejaron por excesivamente caros y poco fiables. Y porque ya no se venden los termómetros de mercurio de toda la vida, porque la amplia mayoría coincidía en que ya no se hacen termómetros tan fiables como aquellos. 

A partir de esa compra, damos un salto en el tiempo de unos catorce meses que  es cuando realmente hemos venido a necesitar el dichoso termómetro. Me pasé toda una tarde midiéndole la temperatura al niño, primero debajo de una axila, luego de la otra, luego volvía a probar con la anterior...y casi siempre me daba valores distintos. Probar en otros lugares del cuerpo se hacía imposible con tanta tensión por ambas partes. Claro, entre que el niño no paraba de moverse y yo que no atinaba con el lugar... Total, que al final le hacía una media de las temperaturas tomadas para llegar a la conclusión, de  lo que ya sabía cuando fui a coger el termómetro por primera vez, que efectivamente mi hijo tenía fiebre. 
No debería de haber sido algo preocupante, pero los nervios de ser padres primerizos y la frustración por ver al peque tan apagadito y todo ello mezclado con una buena dosis de efectos especiales (díganse vómitos, catarro y llanto del niño por el susto), nos nubló el entendimiento. Pónganse en situación, se juntan todos estos factores y nosotros que no atinamos a pensar con cordura. Así que a las primeras de cambio, nos vamos con el peque a urgencias. Y como si de un cuento de hadas se tratase cuando estuvimos delante del pediatra de turno el peque estaba mucho mejor, al parecer por el apiretal que atinamos a darle en un momento de lucidez antes de salir. Pensándolo retrospectivamente creo que debimos darnos cuenta de que el niño estaba mejorando cuando lo estábamos vistiendo a las 3 de la madrugada para salir y él no paraba de reír emocionado diciendo: "Calle! Calle!". Cualquier persona se hubiera dado cuenta de que un niño enfermo no actuaría así...Pero en fin, obviamente los momentos de lucidez escasearon.

Pues bien, nos situamos de nuevo delante del pediatra quien, por cierto, nos miraba con cara de estar haciendo ejercicios de relajación internamente para no pegarnos tres sopapos y, acto seguido, nos dio una charla sobre cómo nos preparan de pequeños a todos para reaccionar con pánico ante la fiebre. La fiebre, que es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo, que sube su temperatura para curar al niño y defenderle del ataque vírico o bacteriano. Tuve el suficiente tino como para percibir un leve atisbo de vergüenza pero dejé el pensamiento para mas adelante y regodearme en él.   

Y aquí estoy, con el peque ya mejor, mi mente aclarada y rescatando esa tarea por hacer. He llegado a varias conclusiones, aplicables a casos como éste, que simplemente era una reacción normal a una vacuna junto con la aparición de algunos dientes que por estos días amenazan con salir. Factores que ya sabía de antemano por advertencia de la pediatra y que aún así me permití "obviar" en ese lapsus de locura transitoria:

1.- Con mi actitud estoy también asustando y ayudando al niño a reaccionar de la misma incongruente manera en ocasiones futuras.

2.- Un termómetro me sirve para confirmar que efectivamente tiene  fiebre, qué mas da la medición exacta, si tocando al niño ya sabemos que quema y tiene fiebre.

3.- Y por último, SERENIDAD, SERENIDAD, SERENIDAD... que con la mente despejada se piensa mucho mejor. Estoy segura de que esta última será la más difícil pues ¿cómo no asustarse cuando ves a tu hijo tan mustio, echando la cabecita por todas partes y no siendo el trasto que suele ser siempre?.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Individualidad



¿Qué podemos esperar del comportamiento de nuestros hijos si nosotros mismos no sabemos encauzarlos?. Actos que tomamos por insignificantes son actos que a la postre tienen sus consecuencias.

Últimamente he estado reflexionando sobre donde está el límite de la "amistad" con nuestros hijos. En mi opinión, hay personas que son excesivamente permisivas con la excusa de esa "amistad". Personas que tienen hijos adolescentes y que creen que aceptando a cada novi@ que tienen, incluyéndolo en la familia como uno mas a las primeras de cambio, permitiendo con aceptación total los intercambios de afecto entre los dos adolescentes e incluso viendo como se abren una cuenta común en alguna red social con el nombre de ambos en la que la foto de perfil es de ellos dándose un "señor morreo" y donde los padres forman parte de los amigos en esa cuenta. Engañándose a ellos mismos porque piensan que mientras lo hagan delante de ellos y con su permiso no harán cosas peores a escondidas....

Es que ya ni siquiera me voy a ocupar de las cosas que puedan o no hacer a escondidas sino del simple hecho, que puede pasar inadvertido, de que se creen esa cuenta conjunta donde todo lo comparten; fotos, amigos, padres, mascotas, vidas.... Por qué no enseñarles a nuestros hijos un poco de individualidad?, mas allá de la pareja estás tu mismo como ser humano, hay situaciones en la vida que hemos de hacerlas solos, como individuos; nacer, morir y en medio de ambas hay todo un abanico de opciones. ¿Por qué no ayudarles a preparar su recurso de individualidad para lo que nos está por llegar? y de qué mejor manera que empezando por los pequeños detalles. Que entiendan que con pareja o sin ella tú eres tú y hay que mantener esa parcelita siempre. Nos sirve de tanta ayuda el tener ese espacio dentro de nosotros... nos sirve para reflexionar y nos ayuda a tomar decisiones y para reforzar nuestro yo interior, nuestra autoestima y eliminar la dependecia absoluta de otra persona. Es algo tan importante y que para otros pasa tan desapercibido...

Lo de crearse una cuenta ha sido un ejemplo, pero es que hasta no hace tanto no existían estas redes sociales pero se fomentaba esta "amistad permisiva" y se sigue haciendo de otras maneras. Y lo mas curioso de todo esto es que la amistad permisiva muchas veces tienen su razón de ser en el control total que queremos tener sobre nuestros hijos disfrazando así dicho control en amistad.

Luego, cuando la relación se rompe, porque se romperá, no nos engañemos. Son adolescentes, aún tienen que pasar por tantas experiencias que le ayudarán en un futuro a ser quienes llegarán a ser, todos hemos pasado por eso. Pues bien, cuando la relación se rompe, se rompe el perfil en la red social y se rompe esa dependencia y en medio de la rabia y la frustración o simplemente desde la desgana se crearán un nuevo perfil individual donde la primera anotación será, por poner un ejemplo: "Mejor sol@ que mal acompañad@", cuando lo cierto es que la soledad es una opción que le han enseñado a plantearse como último remedio, como algo resignado. Donde está ese padre amigo que enseñe a su hijo que ante todo somos personas individuales y que la soledad es buena usarla como un recurso y no como lo único que nos queda a lo que aferrarnos?.

Tendríamos tanto andado si simplemente les enseñáramos eso....

Esta reflexión no carga en contra de los padres permisivos, ni contra las redes sociales y ni mucho menos contra las parejas enamoradas sino contra la crianza totalmente dependiente que fomentamos sin querer o sin ser conscientes de ello y que a la larga repercuten en nuestro ser individual desplegándose en un sin fín de complejos sin fundamento. Y es que todos tenemos una individualidad. Es como tener un campo: se la puede trabajar y hacer surgir una gran riqueza o se la puede abandonar.