Y es que entre tanta vorágine, tanto vivir al día con las cosas de los hijos, pues no todo se puede programar, no debemos dejar atrás nuestra relación de pareja. Que estemos cansadas, con deseos de estar solas o tengamos pequeñas desaveniencias no justifican esa ausencia. También hay tiempo para ellos, nuestros compañeros, nuestra otra mitad. Esos ratos solos, de los dos, donde el uno es el secreto del otro, donde ambos se pertenecen mutuamente...