Si, lo se, debí sospechar algo en cuanto vi esta portada. Ya se empiezan a repetir demasiado los tonos rojos y negros con algún elemento "simbólico" del contenido. En este caso la "manzana del pecado".
Comenzaré por el principio, lo único que sabía de este libro antes de leerlo era que su autor, Sylvain Reynard, es hombre, que no debíamos ligarla en absoluto a "Cincuenta Sombras" y que está mucho mejor escrita que ésta (esto último tampoco es que sea un gran mérito). Les hablo del libro "El Infierno De Gabriel".
Para empezar, los clichés se repiten: chica tímida e insegura con un pasado penoso, es torpe e inocente, que no para de morderse el labio inferior y que no para de ruborizarse por cualquier nimiedad. A la par, nuestro autor parece querer resaltar algunos de estos recursos como elementos eróticos como hizo en su día el gran Nabokov con Lolita. Con esto parece querer diferenciarse así de la Trilogía Cincuenta Sombras y la Trilogía Crossfire. Si de verdad quieres leer una buena obra al respecto escrita de manera sublime no dudes en adquirir la de Nabokov.
Nuestro Gabriel, el del infierno, es un profesor de los que deben de haber muy pocos, al menos yo todavía no he conocido a ninguno. Es multimillonario. Y los clichés en este tipo de libros continúan, es controlador y a veces hasta déspota, pero de esa manera aparente y totalmente exagerada para luego sorprendernos con que tiene motivos para ello y que no es para tanto.
La cosa no acaba aquí, también hay pretendientes que parecen sirvientes, dispuestos a todo por nuestra Julia. Pero claro, así somos las mujeres, nosotras preferimos a los chicos malos, y así, con novelas como esta se nos alienta a hacer lo mismo porque, se entiende, que el chico malo en el fondo es muy bueno y que se les puede cambiar.
Si en la Trilogía Cincuenta Sombras nos torturaban con "la diosa que llevo dentro", en El Infierno De Gabriel nos hacen un repaso de todos los dioses menores susceptibles de existir, como si la variedad implicara un menor acoso.
Por otro lado, nos trae una novedad y es que entremezcla en la historia a Dante Alighieri y Shakespeare consiguiendo solo, y en mi modesta opinión, una mera ilusión de seriedad. Una táctica mediocremente aplicada. Esta novela es demasiado vanal para compararlo con tanta obra maestra de la literatura como si con eso solo pudieran elevarla, lo cual por supuesto, no ocurre.
La novela me ha resultado empalagosa, repetitiva y hueca en muchos sentidos. Es normal que me haya resultado excesivamente larga con ese currículum y muy evidente el hecho de que se nos venga encima toda una trilogía innecesaria, pues ya desde el primer libro sobran muchas páginas.