No, esta no soy yo |
Cuando eres madre, a menudo te ves envuelta en un montón de responsabilidades y situaciones que normalmente acaparan tu día a día y, por consiguiente, tu vida. Realmente, si lo pienso, mi día a día no es en absoluto tedioso y adoro a mi hijo y a mi familia. Los días, a su vez, se suceden de muy diferente manera, es lo que implica tener un niño en casa, la mayoría son momentos muy felices y alegres, otros son de juegos, comidas, baños pero cuando eres feliz te da igual el lugar donde estés y lo que estés haciendo con tal de estar con quienes quieres estar.
Los días que no son tan buenos, a Dios gracias son bien pocos en mi caso, los suelo identificar a cuando estoy enferma, me siento mal y no puedo seguir el ritmo del peque o a cuando por algún motivo estoy especialmente ansiosa o impaciente por algo y me falta esa paciencia necesaria en estos casos.
Uno de esos días en que el cuerpo te pide descanso y tu no puedes dárselo y sigues forzándolo, hasta que un día te dice que no puede mas. Ya no se trata de desistir o de simplemente descansar. Se trata de escapar. En momentos así tiendo a buscar un escape en mi mente, de esos que me den empuje para sobrellevar el día. Obviamente, si estoy muy mal, hasta mi mente me sugiere sueños evocadores de camas super cómodas y yo durmiendo en ellas en sueño profundo y bien despatarrada. Pero bueno, otras veces me transporta a un lugar donde ya he estado, un lugar en el que retrocedí años en el tiempo y que me hizo sentir como entonces.
Uno de esos días en que el cuerpo te pide descanso y tu no puedes dárselo y sigues forzándolo, hasta que un día te dice que no puede mas. Ya no se trata de desistir o de simplemente descansar. Se trata de escapar. En momentos así tiendo a buscar un escape en mi mente, de esos que me den empuje para sobrellevar el día. Obviamente, si estoy muy mal, hasta mi mente me sugiere sueños evocadores de camas super cómodas y yo durmiendo en ellas en sueño profundo y bien despatarrada. Pero bueno, otras veces me transporta a un lugar donde ya he estado, un lugar en el que retrocedí años en el tiempo y que me hizo sentir como entonces.
Para explicarles a donde me lleva mi mente tengo que remontarme a nuestro último viaje, donde nos dimos unas vacaciones de nuestras vacaciones y nos fuimos a un lugar paradisíaco. En ese lugar, el peque tenía amiguitos y otros familiares con quienes jugar y experimenté mis primeras sensaciones de "abandono" y crecimiento rápido por su parte. Pero gracias a eso pude despreocuparme un poco también.
En mi afán por mostrarle al peque lo divertido que era estar en una piscina (y de que perdiera un poco ese miedo innato que tiene a las grandes extensiones de agua), quise enseñarle cómo se tiraba uno por el tobogán que allí había. Debí ponerle mucho empeño porque al peque le dio tiempo hasta de aburrirse y marcharse a seguir jugando con sus nuevos amigos.
De querer hacer algo "instructivo" pasé a la deshinibición completa y absoluta, al abandono propio y al ajeno, al dejarse llevar y a la diversión de una niña pequeña que tenía aletargada en algún lugar dentro de mi.
Desde entonces, cuando pienso en una escapada pienso en ese día, en ese lugar y en ese preciso momento donde me abandoné a mis sentidos ante los ojos abiertos y estupefactos de los demás. Ese día, sin obligaciones ni responsabilidades. Yo tengo ese día inmortalizado en mi mente y ahora también en este blog.
Ésta sí soy yo. |
Y tú ¿dónde quieres estar en según qué momentos? ¿a dónde te lleva tu mente?.