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martes, 31 de enero de 2012

¡Mamá, Descansa!



En cuanto me desperté ayer por la mañana, lo supe. Notaba todo mi cuerpo pesado, me sentía agotada y mi garganta me dolía horrores. Todavía no me había levantado y mi cabeza estaba abotargada, y no precisamente por el sueño reparador. Me estaba enfermando o mas bien, ya lo estaba.

En medio de todo eso no dejaba de pensar que no podía permitirme enfermarme. Tengo un montón de cosas que hacer y el peque está incluido en todas ellas. En todas. Y además, nunca se me ha dado bien delegar, así que comprenderán mi preocupación.
Y es que adoramos a nuestros pequeñines pero a veces acabamos exhaustas. Y no me cansaré nunca de decir que especialmente cuando estamos enfermas o cansadas nuestra paciencia suele tener límites muy cercanos. 

Ayer, la abuela, se llevó al peque para que yo pudiera recuperarme y cuando papá llegó a casa se encargó de todo lo demás. Todas mis preocupaciones pasaron a un segundo plano, y mi cuerpo tuvo ese descanso necesario para poder reponerme. Mi mente no descansa tan fácilmente, pues esa vuela incluso mientras duermo. El caso es que la "facilidad" con la que ayer se arregló todo me ha dado mucho en qué pensar.

He pensado en la suerte que tengo por tener a mi familia y poder confiarles a ellos mi vida, como ayer, y he pensado en que no todo el mundo tiene esa suerte. Ya sea por no tener a la familia cerca (o simplemente por no tener familia a la que recurrir) o porque no todas tenemos una pareja dispuesta a decirte, simplemente; ¡Mamá, Descansa!

Tras haber leído muchos de los comentarios de mi entrada "¡Papá, Despierta!" y por muchas conversaciones con otras mamás, se firmemente que hay muchas mujeres que no tienen esa opción. En mi caso, a pesar de que papá sea un "dormilón" al que le cueste a veces regresar del mundo de los sueños, lo cierto es que también tengo que agradecerle que mi hijo haya heredado esa genética. Hasta el punto de que muchas veces visto al peque por las mañanas, de arriba abajo, completito, pañal incluido, y él ni se entera.


Pero, volviendo al tema, ¿a qué mujer o madre no le gustaría que su marido le dijera: "Tú descansa que ya me encargo yo de todo", por pura iniciativa propia?. Cuando no descansas tu cuerpo se va saturando hasta que un día, irremediablemente, caes. Y por supuesto que las cosas tendrán que hacerse y que tampoco somos imprescindibles pero sinceramente ¿hace falta llegar a esos límites?. A veces podemos acudir al recurso de desistir pero en ese caso simplemente estamos aplazando las obligaciones para después. 

¿Cual es tu caso? ¿Cuántas veces te han dicho: "Descansa, que ya me encargo yo de todo"?