Mostrando entradas con la etiqueta Necesidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Necesidad. Mostrar todas las entradas

lunes, 4 de junio de 2012

Las Mentiras, Mentiras Son


Hace unos días escuché que el ser humano miente por naturaleza. Que es tanta nuestra necesidad de socializarnos y no estar solos que tendemos a mentir a aquellos con los que nos relacionamos para tratar de ser mas afines, para amoldarnos a los demás. Y aún más, que hemos "evolucionado" tanto en nuestras mentiras que hemos llegado ya al punto de creérnoslas. 

Necesidad de aceptación, soledad y mentiras, todo un cóctel. Como ocurre con casi todo, y en este caso por fortuna, no todos tenemos las mismas necesidades de aceptación ni sentimos la misma soledad. Por otro lado, entran otros factores en juego, como la exageración por ejemplo ¿se considera eso mentir?. 

Pensándolo fríamente, con objetividad, tienen razón, mentimos mucho, mentimos constantemente. Prueba a anotar en un papel durante unos días las veces que mientas y serán mas de las que esperabas, muchas mas. Da igual que sean mentiras blancas, piadosas, crueles, mentirijillas o simplemente mentiras, el caso es que mentimos. Incluso hay estudios que dicen que comenzamos a mentir a los 3 años y que a los 5 años mentimos ya de forma consciente.

Dicho así, parece inevitable el hecho en sí de que mintamos pero en mi opinión sí que podríamos disminuir en gran medida el horizonte de esas mentiras. ¿Cómo?, pues atacando directamente a los motivos por los cuales mentimos desde nuestra mas tierna infancia. No, no hay que hacer nada extraordinario: 

  • Simplemente proporcionarles seguridad a nuestros hijos, hacer que se sientan seguros de nuestro amor, que sepan que son aceptados así como son. Infundiéndoles confianza para afrontar las situaciones que están por venir. 
  • Enseñarles a no temer estar solos, al contrario, enseñémosles a buscar esa soledad necesaria. Necesitamos estar solos para aclarar nuestras ideas, para pensar, para no hacer nada, simplemente para estar con nosotros mismos. Ayuda a nuestro propio crecimiento personal y nos ayuda a aceptarnos, porque sin ello no podremos nunca aceptar a los demás ni ser aceptados.
  • Enseñarles a buscar las buenas compañías, las que nos aportan y las que a su vez nos dan seguridad y enseñarles también a "ser" una buena compañía.
  • Enseñarles las implicaciones de las mentiras, de todas ellas.
  • Enseñarles a socializarse en la alegría y el optimismo.
  • Y sobretodo, demos ejemplo.

lunes, 30 de enero de 2012

Diferencia Entre Mamitis Y Necesidad


A veces parecemos olvidar que los niños comienzan su andadura en esta vida siendo totalmente dependientes de nosotros. Son tan indefensos. Desde que nacen somos nosotros los que los alimentamos, los vestimos, los aseamos. Podría seguir añadiendo un montón de cosas mas pero estoy segura de que todos saben ya a lo que me refiero. Nos necesitan enteramente. 

Luego, nos vamos dando cuenta de que crecen y evolucionan a una velocidad de vértigo. Con un año ya la mayoría camina, dicen su primera palabra y demuestran un gran entendimiento. 
¿Hasta qué edad consideramos que nuestros hijos son plenamente autosuficientes?. ¡Dios mío!, no dejo de pensar en que hay tantos adultos que no lo son...

Ver el mundo desde esa perspectiva, desde esa "estatura" (la que les da el corto tiempo que han vivido) y ante la inmensidad de lo que se les presenta debe ser tan asombroso, tan desconocido. Es lógico que unos seres que nacieron indefensos busquen dicho apoyo en sus padres o en aquellos que les han satisfecho todas sus necesidades. Incluso ahora, de adultos, buscamos una compañía que nos apoye en el camino. Con más razón lo hace un niño, ¿no les parece?.

Me sorprende que, sabiendo todo esto, la tendencia sea siempre la de reducir a simple capricho o mamitis todas las reclamaciones de nuestros hijos. Para empezar, la intuición y el conocimiento sobre tu hijo (y por ende, el de los demás niños) nos ayudan a establecer una clara diferencia.

No siempre que un niño llora y acude a su madre hablamos de mamitis. Para empezar, hay que preguntarse quién es el que le da de comer y atiende las necesidades del niño habitualmente. Si el niño tiene hambre es lógico que llore y quiera a su madre, por ejemplo, sobretodo si por lo general es ella la que le da el alimento y quien además, suele ser tan intuitiva y previsora como para saber lo que quiere el niño antes de que se lo pida. Los niños no saben de espera, si tienen hambre quieren comer, y ya. Por lo tanto, acudirán a quienes saben que satisfarán esa necesidad lo antes posible. No es mamitis, es simple satisfacción de necesidades.

Lo mismo ocurre con el sueño. Cuando el niño está cansado también acude a mamá porque ella sabrá lo que tiene y le proporcionará descanso. 

Luego están los casos que realmente sí consideramos mamitis, que no son mas (ni menos) que esos momentos de necesidad llevados a su máxima expresión. Las madres se ven continuamente custodiadas (y asediadas) por esos pequeñajos que las siguen a todas partes, ir al baño o salir de su círculo de visión (e incluso a veces de su tacto) está totalmente prohibido. Estos períodos son de crisis para el niño y para la madre por distintas razones. Al niño le faltan horas para estar pegado a su madre y a la madre le faltan las mismas horas para poder estar un rato a solas.

Las necesidades, especialmente las básicas, hay que satisfacerlas. Reducir eso a capricho es cuestionar lo incuestionable. Todos comemos, todos dormimos. Ellos, además, necesitan de nuestra ayuda para hacerlo y han de acudir a alguien que los provea. No es fácil, pues nadie tiene hambre siempre a la misma hora, y lo mismo ocurre con el sueño. Nuestra verdadera utilidad está en saber qué necesitan. Descartemos el capricho, no disfracemos nuestra propia incapacidad de intuición culpándolos a ellos por querer algo a "destiempo". Para mi esta es la gran Diferencia Entre Mamitis Y Necesidad.

Y ahora, ¿qué estás viviendo en casa con tus hijos Necesidad o Mamitis?

viernes, 16 de diciembre de 2011

NY: Peques Y Viajes


En menos de una semana de viaje nuestro peque ha dado un salto enorme en su aprendizaje. Siempre he sabido que se aprende mucho viajando pero nunca pensé que tendría una constatación tan clara y en tan poco tiempo. La curiosidad por todo lo nuevo y la cantidad de horas que el peque permanece despierto supongo que hacen que haya avanzado a pasos agigantados.

Esta semana está siendo todo un caos en cuanto a rutinas y horarios se refiere, nunca comemos ni dormimos a las mismas horas.  Es  más, las comidas son totalmente diferentes y el tiempo destinado al descanso es mas bien escaso. Nuestros días son largos y agotadores y, por suerte o por desgracia, como en toda gran ciudad los trayectos para ir de un sitio a otro son largos. Algo a lo que nosotros no estamos nada acostumbrados. Con lo cual, nuestro peque hace sus pocas siestas en el coche. 

Tal y como comenté en "New York, New York", esta ciudad está llena de luces todo el tiempo pero especialmente por estas fechas. Y tal y como esperaba, para nuestro peque ha sido un foco de constante atención. Le faltan ojos para poder empaparse de todo. La frase de la semana ha sido: "¿¿Y eso que es??", dicho en su media lengua, señalando y con cara de asombro. Ha aprendido a pedir comida (las horas se nos van tan rápido que alguna vez se nos ha pasado su hora de comer), y a decir : "frío". También nos ha brindado algunas escenas escabrosas fruto del cansancio y de su reivindicación de independencia.

Aquí es un turista mas, y no quiere trato preferente salvo en la cantidad de tomas al día, quiere caminar como todos los demás, un plato y un tenedor como el de los adultos y la misma comida que los adultos. Y nada de partirla en trocitos pequeñitos, no señor, él también quiere dar grandes mordiscos.

Tan acostumbrado está a que sea yo, su mamá, la que le de de comer y lo acueste a dormir que, cuando tiene alguna de estas necesidades, lo tengo ya pegado a mi reclamando lo que le corresponde. Y pensar que algunos lo llaman mamitis, no, es simple asociación de ideas y que mamá es mamá por supuesto, ahí si que pueden "llamarme egoísta" con total libertad.

Definitivamente, el ser humano tiene una capacidad de adaptación suprema, incluso desde su mas tierna infancia, lo se porque en medio de todo este caos de horarios y viajes nuestro pequeñín ha sido un ejemplo perfecto de ello. Peques Y Viajes no son incompatibles.