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lunes, 9 de abril de 2012

De Padres Atópicos...




Si es que ya nos lo dijo una dermatóloga a la que fuimos mucho antes de que naciera el peque: "Si ambos padres tienen dermatitis atópica o son de piel muy sensible, muy probablemente sus hijos correrán con la misma suerte". Y hete aquí que pensando yo que el peque se había librado, ilusa de mi, nos hemos encontrado con la aparición de tan indeseada visita. Una visita que, por lo que he leído, suele marcharse a partir de la adolescencia. Sí, esa visita no es ni mas ni menos que la Dermatitis Atópica.


La dermatitis atópica es una enfermedad común y recurrente de la piel que puede prolongarse durante mucho tiempo, y cuyos síntomas son picores, enrojecimiento e inflamación de la piel afectada. Muchos pacientes sufren los denominados periodos de brote agudo, en los que los síntomas se agravan aún más (afortunadamente no es el caso). Las lesiones cutáneas son casi constantemente pruriginosas (es decir, que escuecen), y el rascado continuo lleva a un círculo vicioso de picor-rascado-erupción-picor. 

Buscando algo mas de información al respecto me he encontrado con que al parecer es poco frecuente, aunque en los últimos años ha triplicado su presencia en los países desarrollados. Imagino que al influir factores ambientales (cambios de temperatura, estrés, resequedad, exposición al agua) en su manifestación, es muy probable que al vivir donde vivimos las probabilidades aumenten dado que los niveles de humedad son altos, entre otros factores.


Otros factores son los constitucionales y se sabe que si uno de los padres es atópico hay una probabilidad de 60% de ser atópico y de 80% si ambos progenitores son atópicos. Vamos, que nuestro hijo lo traía marcado a fuego. La verdadera causa de la dermatitis atópica tiene que ver con una predisposición genética, además de los factores ambientales. Cuando un niño presenta una dermatitis, es casi seguro que algún familiar la padece o padece bronquitis alérgica. También está asociada con otras alergias o con el asma (ejem... ¡presente!).


Ahondando mas en el tema me he topado con esta frase: La atopía puede manifestarse como rinitis alérgica, conjuntivitis alérgica, asma bronquial, urticaria o como dermatitis atópica. En resumen, que el peque ha venido a heredar, de la misma manera en que yo heredé, algunas de estas "maravillas". 


De momento no existe un medicamento que garantice la curación definitiva de esta enfermedad, que suele desaparecer sola con la edad, pero sí hay tratamientos para aliviar los brotes y picores. Sobretodo se trata de hidratar, hidratar e hidratar. Nosotros después de probar con un sinfín de cremas al final hemos conseguido una muy buena, si necesitas la información no dudes en contactar conmigo. Además existen algunos consejos que pueden ayudar: 
  • Procurar que la ropa sea de algodón suave. 
  • Evitar la ropa de fibra o áspera. 
  • Usar jabón neutro, tanto para el baño como para la higiene y evitar el baño de espuma. Sólo utilizar el jabón en las zonas sucias, aclarándolas inmediatamente para evitar irritaciones. 
  • Secar sin frotar y con una toalla suave. 
  • El baño tiene que realizarse con agua tibia, es útil para aliviar el picor y eliminar costras, no debe durar más de diez minutos y es aconsejable añadir al agua aceite de baño. 
  • Es conveniente siempre la aplicación de crema hidratante a ser posible antes de que pasen tres minutos del acabado del baño. Después del baño, para disminuir la sequedad y retener la humedad, se debe aplicar crema hidratante a la piel normal y afectada, tras aplicar la pomada prescrita por el dermatólogo. 
  • Evitar el exceso de calor para que el niño no sude, es decir, hay que vigilar su modo de vestir y la temperatura ambiental, tanto dentro como fuera de la casa. 
  • En invierno, si se utiliza la calefacción, se aconseja humidificar el ambiente.
Y tú, ¿tienes alguna experiencia con la dermatitis atópica?

jueves, 16 de febrero de 2012

Perú: Primeros Días


Ya estamos en Perú. Llegamos hace cuatro días. Días que parecen escurrirse de entre los dedos. Qué rápido se pasa el tiempo cuando uno se lo está pasando tan bien. 

Las doce horas de avión fueron largas, eso es innegable pero el peque parecía entender por qué estábamos allí y que además era temporal. Desde tan temprana edad tiene claro que su sitio favorito en un avión es al lado de la ventana y a ser posible sobre mamá, desde ahí tiene mejor vista. Durmió un par de siestas, jugó con sus coches, jugó con las azafatas y todo con total normalidad. No me podía creer que yo pudiera estar leyendo y el peque al lado entretenido con sus coches. Y mas aún cuando el libro que tuve la suerte de escoger resultó ser fabuloso.

No es broma cuando les digo que a las 5 de la mañana salíamos de casa y él tenía colgada ya su mochilita a la espalda (llena de cochecitos para jugar por el camino) y no paraba de apurarnos diciendo: ¡Vamos! ¡Vamos!. 

Al llegar a Perú tuvimos el mejor de los recibimientos, unos abuelitos amorosos y deseosos de volver a ver a su nieto y un clima ideal que contrarrestaba ampliamente con el frío del que veníamos. Desde entonces, papá no ha dejado de esmerarse en su empeño de que conozcamos todo, desde los sitios donde ha estado, pasando por la universidad donde estudió y dándonos a probar sus comidas tan ricas. A todas partes vamos todos como el grupo indivisible que formamos ahora. Grandes días, inolvidables días.