martes, 10 de enero de 2012

El Futbolista De Arriba


Vivimos en un cuarto piso. Resulta que, por casualidades de la vida, me salgo enterando de que si para mi, La Vecinita del Primero Nunca Sonríe, para la vecina del tercero, la vivienda del cuarto, o sea, nosotros, pertenece al "futbolista de arriba". Y hasta corta se quedó la buena señora. Llamar futbolista a mi hijo implica una gran dosis de amor, comprensión y mucha paciencia por su parte, siendo realistas, debería llamarlo de rompetechos en adelante, como mínimo.

La noche del seis de Enero llegábamos a casa después de un largo día lleno de emociones, véase "Crónica de Reyes". El peque estaba agotando sus últimos cartuchos si es que no los había agotado todos ya y cuando llegamos a la entrada del edificio le faltaba aún otra fuerte emoción. Un enorme ramillete de globos de diferentes formas y colores estaban justo al lado del ascensor. A ver quien sacaba al peque de ahí, claro. De repente, baja el yerno de la señora del tercero y le pide que escoja uno y como el peque aún no terminaba de decidirse (es mas, yo creo que ni siquiera había empezado) le dio el mas grande y más bonito, un caracol enorme. Acto seguido añadió: "Ella no quiere ningún globo en casa y por eso me los llevo pero estoy seguro de que estará feliz cuando sepa que uno se lo ha llevado el futbolista de arriba". Creo que en ese momento el agradecimiento, el asombro y la vergüenza pugnaban por aflorar...

Definitivamente, el comentario tiene varias implicaciones. Es indudable que la señora ha escuchado todos y cada uno de los estruendos cada vez que mi hijo tira algo y además ha sido lo suficientemente sonoro y molesto como para compartirlo. Y es que al peque, especialmente cuando se enfada, le da por tirar cosas al suelo como muestra de su inconformidad y frustración. No grita, no llora, pero cualquier cosa que encuentre será susceptible de ser arrojada sin contemplaciones, y mientras mas escándalo haga mejor expresará su descontento. Al menos eso es lo que parece pensar él.

En alguna que otra ocasión he tratado de disculparme con la señora, pues siempre ha sido bastante quisquillosa con los ruidos y yo prefería curarme en salud. Pero para mi sorpresa y enorme alivio también es bastante comprensiva con los niños, posiblemente porque ella misma ha tenido dos. No es igual de comprensiva con los adultos, se los puedo asegurar (aunque ahora siga teniendo dos).

Como he dicho, para mí ha sido un alivio que se tomara las cosas de esta manera porque no es fácil hacer que un niño no tire cosas al suelo y, de paso, nos ha librado de un montón de discusiones y malas caras vecinales. Ahí tenía las de perder, pues en este último año el edificio se ha llenado de niños en todos los pisos salvo en el de ella.

Aún así, agradezco el que existan personas dispuestas a comprender y empatizar con este tipo de situaciones. ¡Un brindis por la vecina del tercero!... Y por su yerno, que obsequió al peque este fantástico globo...


lunes, 9 de enero de 2012

Fisherman's Blues




Hoy, mientras conducía, escuché esta canción en la radio. No soy consciente de haberla escuchado nunca antes y si alguna vez lo hice mi mente no lo registró. Lo digo porque el grupo que la canta es de los años ochenta, The Waterboys, e incluso los Celtas Cortos hicieron su propia versión en español. Pero al parecer, todo tiene su momento y es ahora cuando me ha llamado la atención. La canción es preciosa y con mucha fuerza. Habla de deseos de libertad, de escapar de la complejidad de la vida moderna, de soltar amarras, de abandonarse al amor, sin límites, con total entrega. Y tú en mis brazos...

Traducción: El Blues Del Pescador

Desearía ser un pescador
Revolcándome en el mar
Lejos de la tierra firme
Y de sus amargos recuerdos
Echando fuera el sedal
Con abandono y amor
Sin límites debajo de mí
Excepto el cielo estrellado encima
Con luz en mi cabeza
Y tu en mis brazos.

Desearía ser el hombre del freno
En un tren desbocado
Chocando precipitadamente
contra el corazón de la tierra
Como un cañón en la lluvia
Con el latido de los durmientes
Y el calor del carbón
Contando las ciudades que pasan de largo
En una noche llena de alma
Con luz en mi cabeza
Y tu en mis brazos

Bueno, sé que seré desprendido rápidamente
De los vínculos que me mantienen
De las cadenas que me atan alrededor
Caeré al final
Y en ese fatídico día
Me tomaré a mi mismo en las manos
Cabalgaré en ese tren
Seré el pescador
Con luz en mi cabeza
Y tu en mis brazos

Hay canciones que tienen la facilidad de invitarte a la reflexión, a la tranquilidad, a evocar recuerdos, a donde tengo "mi claro de luna".  Y tú en mis brazos...

domingo, 8 de enero de 2012

Crónica de Reyes

No diré que no esperaba con ansias la llegada del Día de Reyes, ni que no me sorprendía a menudo pensando en lo contento que se iba a poner el peque cuando fuéramos a la Cabalgata de Reyes y ni que decir tiene que no veía la hora de levantarnos por la mañana y ver su carita al ver los regalos. Siempre pensaba en él, en lo feliz que sería en este día. 

Hace poco, en otro post, les comenté que vivimos en una isla y claro, aquí los Reyes llegan en barco. El primero en apuntarse a parte de nosotros y un montón de niños mas fue el sol, un sol radiante y espléndido que vistió de gala todo el cielo, lo despejó de nubes y nos brindó una perfecta claridad. 



Cuantos niños, cuantas ilusiones y nervios y sobretodo, cuanta felicidad. Por allí pasaron los tres Reyes, ahora que lo pienso, que dichosos se deben de sentir los tres Magos con ese público tan especial.


Nuestro peque todo lo miraba con la boca abierta aunque, si he de ser sincera, los Reyes no fueron los que consiguieron llamar su atención salvo unos pocos segundos. Con dieciséis meses y medio lo que le llamó la atención y hasta incluso levantó la manita para saludar fue lo siguiente:


Estoy segura de que dentro de unos años habrá cambiado mucho el cuento pero en la cabalgata pasó algo parecido. Para el peque, lo mejor de la cabalgata fue el camión de bomberos:


Si por la mañana saludaba, por la tarde, en la cabalgata, casi se mete dentro del camión. Y por allí pasaron Melchor, Gaspar y Baltasar pero me temo que el saludo del peque fue para los camellos...


Hasta para el camello que llevaba el carbón, que al pobrecillo todos los niños abucheaban pero el peque le dio un gran saludo.

Si la víspera de Reyes fue intensa el día de Reyes en sí fue agotador. Tanta emoción y tanta sorpresa todavía no caben en un cuerpecito tan pequeñito. Ha empezado a saborear las mieles de lo que implica recibir regalos y ya se emociona en cuanto ve un paquete envuelto. Ver en un mismo día a Minie, Mickey, a los Reyes Magos, un teatro de títeres y saltar sobre un castillo hinchable junto a un montón de niños no tiene precio. 

Hasta el Roscón de Reyes desayunó por la mañana, eso sí, el haba me tocó a mi. Mi pago, un montón de besitos al peque y a papi (ojalá siempre me tocara el haba con tremendo castigo). Aquí les dejo nuestro roscón de Reyes, totalmente industrial y comprado a última hora pues es lo que tiene el seguir a los Reyes a donde quiera que van, al final no hemos estado en casa salvo para dormir.


En mis pensamientos siempre nos veía a papi y a mi como vemos a veces a otros papás, es decir, que seríamos aquellos papás que llevan a sus hijos a algo infantil para que se diviertan. Pero para lo que no estaba nada preparada era para el hecho de que yo misma, que nosotros mismos, disfrutaríamos con la misma intensidad que el peque, si cabe, de cada uno de los momentos. 

Cada sonrisa suya, cada asombro, cada pequeño aplauso o emoción eran tan genuinos, tan inocentes. ¡Qué sorpresa nos hemos llevado! qué bonito regalo de Reyes pues qué mejor regalo nos podrían hacer que el habernos traído tantas y tantas sonrisas...

miércoles, 4 de enero de 2012

Cuando Hay Tormenta


Ayer fue un día extraño. Por primera vez en toda su corta existencia el peque consiguió hacerme soltar lágrimas de frustración. Para empezar, el día ya pintaba mal desde la mañana, yo creo que se fue con sueño a la guardería y  que al fin y al cabo uno no se levanta del mejor humor todos los días. El caso es que eso marcó el resto del día. En algún momento antes de que yo lo recogiera debió de quedarse dormido, lo suficiente para coger fuerzas pero no como para que fuese reconstituyente hasta el punto de ponerlo de mejor humor.

En el almuerzo comió un poco pero seguidamente cogió sus platos, el de la comida y el de la fruta y los tiró al suelo con sus contenidos incluidos. Hecho este totalmente impropio en él, he de decir. Lo regañé pero sinceramente pareció no importarle en lo absoluto. Pensé que tan poca implicación eran debidas al sueño que debía tener, pues en la guardería se les pasó comentarme que el niño ya había dormido algo. Así que, estando así las cosas, me dispuse a llevarlo a dormir. Craso error. 

Desde la cuna gritaba, tiraba las chupas, a todos y cada uno de sus muñecos y hasta después de toser por el esfuerzo consiguió vomitar parte del almuerzo. Vamos, que hizo acopio de todas sus armas. Tanta y tan seguida sucesión de armamento creo que fue lo que me descolocó, uno tras otro hicieron aparición y mi mente no pudo o no supo asimilarlo en ese momento. Estaba totalmente confusa buscando una explicación a tanto escándalo. Normalmente soy mas reflexiva, paciente y comprensiva pero hay días en que una está mas cansada que otros y simplemente no sabes reaccionar ante las circunstancias. Y ayer no supe, me bloqueé. Me ofusqué en tratar de hacerlo dormir y él en empeñarse en que no lo haría en su cuna. 

Para cuando llegó papá del trabajo, ya casi a las cinco de la tarde, nos encontró a los dos llorando, cada uno por su motivo y los dos porque a pesar de todo no nos gustan ese tipo de situaciones y ante todo queríamos estar juntos. Papá me llevó a nuestra cama para que descansara y se fue con el peque a su cuarto y a hablarle con ternura explicándole todo. Al final, ambos nos dormimos con sus dulces palabras y por el aire nuevo y fresco que supuso su llegada, con calma, con temple y sin saturación.

Al despertar, el peque y yo nos buscamos con desesperación y pasamos una hora en el sofá acostados, pegaditos y bien abrazados, como pidiéndonos perdón mutuamente por nuestra obcecación. Espolvoreados de vez en cuando por los besos de papi que fingía hacer sus cosas mientras nos observaba con atención. Y ya, mas tarde, decidimos salir los tres a dar un paseo para renovar los aires y despejar las mentes. ¡Qué bien nos sentó!

Hoy me siento algo desgastada por el mal rato de ayer pero en paz por la feliz conclusión, feliz por tener al peque y muy, muy feliz por tener a papi. Y tampoco dejo de pensar en que, por la noche, me llamó un amigo que en esto de los hijos ya tiene algo mas de experiencia, pues ya tiene el tercero en camino, que me dijo; ¿y por qué si veías que no se dormía simplemente no cogiste su cochecito y te lo llevaste a dar un paseo? seguro que se hubiera dormido por el camino y todos felices. 

Era tan fácil, pero simplemente me obcequé y el peque también. De alguna manera ocurrió lo que nunca ocurre, en algún punto, nuestra cabezonería, la mía y la suya heredada de mi, fue conjurada para chocar el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar y lo mas importante, entre nosotros dos. 

Durante los malos momentos, en el fondo de mí, no dejaba de pensar en si nuestra relación se resentiría después de ese quebranto pero luego me quedó claro que no, nos hemos unido mas, hemos visto de cerca lo que es alejarnos el uno del otro tan solo un poquito y no nos ha gustado nada.

Ahora pienso en abrir mi mente y en encontrar posibles soluciones a situaciones como esta. ¿Me ayudas?

martes, 3 de enero de 2012

El Pijama Más Calentito


Yo mentando a los Reyes Magos y van y aparecen. Y es que por lo visto este año se han anticipado y ya han pasado por casa. Esta noche, el peque ha dicho su primera "frase", bueno, ya saben, ha conectado varias palabras dándole un significado global, sin verbos. La alegría viene acompañada de algo de vergüenza por nuestra parte pues el pobrecillo, o hablaba o se asfixiaba.

Nunca hemos sido de esos padres superprotectores con el niño, no lo hemos abrigado en exceso ni nada de eso pero siempre hay una primera vez aunque sea inconsciente. Y es que en nuestro viaje, le trajimos al peque un pelele, calentito pensamos. He de decir que vivimos en una isla en la que por lo general no tenemos estaciones muy marcadas. "La isla de la eterna primavera" la llaman. 

Por esta época está haciendo algo de fresquito y como al peque le da por quitarse los calcetines y destaparse durante las noches, pensamos mi marido y yo que el pelele arriba expuesto (pues me he tomado la molestia de buscar el mismo modelo y todo, digo yo que para amortizarlo porque no creo que se lo volvamos a poner), sería de gran utilidad a la par que apropiado y muy a tono con estas fechas. 

Total que se lo pusimos hace dos noches y el peque no paraba de remangarse las mangas hasta los codos y si por él fuera, más arriba, pero salvo eso fue una noche normal. Pero anoche, cada vez que lo llevábamos a su cuarto a dormir se mostraba muy despierto y señalaba para fuera. Pensamos que estaba desvelado pero la cosa se empezó a poner color de hormiga a medida que pasaba el tiempo pues normalmente sobre las nueve y media ya está durmiendo y ayer nos dieron las once. 

Un poquito antes de las once volvimos a hacer el intento de llevarlo a su cuarto, lo tenía en mis brazos y empezó a hablar y yo lo cortaba y le decía que no eran horas de hablar sino de dormir (que vergüenza). Al final me dijo, "Mamá...", en este punto decidí seguir la conversación y le dije: "Qué...", a lo que él me respondió "Mamá, el nené...allá" y se señalaba a su pijama y luego hacia la sala. Pensé que lo que quería era dormir con nosotros y le dije que lo llevaba un rato a nuestra cama pero que luego tendría que irse a la suya. Una vez allí, él se remangaba las manguitas de nuevo y fue cuando lo entendí. Le cambiamos el pijama por un dos piezas y no le pusimos los calcetines. ¡Dios mío! qué felicidad. Se frotaba sus pies, se los cogía con las manos y finalmente se quedó dormido frotando uno de sus pies contra la cama con una sonrisa (otra vez, qué vergüenza), todo esto en dos minutos (lo de mi vergüenza está durando bastante mas).

Después de asumir lo que había pasado me dio por leer la etiqueta del pijama. Tengo que decir, por cierto, que nuestro peque, para haber nacido en pleno agosto nunca ha tolerado demasiado el calor, enseguida se acalora y pide estar fresquito. Pues bien, un poco gruesito si que es el pelele y por lo demás nada fuera de lo normal, salvo algo que me llamó la atención; entre otras cosas decía "Flame Resistant" (Resistente al fuego). ¿Qué demonios significa eso?¿que si se incendia el peque ahí dentro el pijama sobrevive?¿que si hay un incendio en casa lo único que se salvará será el pijama?.

Mi hijo es un fan confeso y evidente de los camiones de bomberos pero está claro que este tipo de uniforme le haría desistir de tal vocación.