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viernes, 24 de mayo de 2013

Dando La Nota: Renacer


El tema de hoy viene cargado de sentimientos. Está lleno de optimismo, fuerza y belleza. Con él pretendo dar furgor y prender esa pequeña llama que estoy segura que aún te queda. 

Va por tí amiga. Tienes un nuevo renacerPuedes tenerlo todo...



lunes, 11 de marzo de 2013

La Forja De Una Suegra


Si tienes un hijo varón es imposible que no se te haya pasado por la cabeza en alguna ocasión (mas bien mas de una) el hecho de que muy probablemente algún día serás suegra. Menudo papelón, anda que no hay chistes al respecto y por muy "suegra guay" que seas no te librarás de alguna que otra sorna con retintín de vez en cuando.

Ayer he tenido una de mis primeros "sentimientos de suegra", está claro que una suegra no nace, se hace, y que la forja de una suegra comienza desde muy temprana edad. Ver cómo tu hijo de dos años y medio se lo pasa tan bien con su amiguita de cinco años y que en el momento de la despedida se posiciona para darle un buen beso en todos los morros no pasa desapercibido, créanme. Sobretodo si ese tipo de besos los ha tenido reservados solo y exclusivamente para su madre, o sea yo.

Que sí, que ya se que le estoy dando otra connotación al asunto pues él estaba tan feliz que esa fue la mejor manera de demostrarlo y que debería estar yo contenta por su felicidad y porque tenga días tan pletóricos rodeado de personas que le alegran la vida. Y, de hecho lo estoy, estoy feliz por todo eso. Pero es que, como he dicho antes, una suegra se hace y el sentimiento de posesión debe ser de los primeros en aflorar.

En mi defensa debo decir que soy consciente de todo, soy consciente del sentimiento racional y también del otro sentimiento, el que no es tan racional y que se atribuye tanto al concepto tan extendido de las suegras. Me hago el firme propósito de educar mis sentidos para que reine la racionalidad en mí y que aflore ésta con naturalidad pero estaré siempre con mis ojos bien abiertos para salvaguardar el bienestar de ese hijo que he traído al mundo. 
Comienza aquí la forja de una suegra...

jueves, 7 de marzo de 2013

Reseña: "Pandemonium"


Hoy les traigo la reseña de "Pandemonium" el segundo libro de la Trilogía Delirium de Lauren Oliver. Como viene siendo ya habitual en los segundos libros de las trilogías éstos se dedican fundamentalmente a desentrañar con mas profundidad la historia y es exactamente lo que encontraremos.

En "Pandemonium", nuestra protagonista nos narra los acontecimientos pasados y actuales alternativamente, de manera que la intriga se mantiene a lo largo del libro. Sigue predominando el estilo excesivamente lento y descriptivo que caracteriza a Lauren Oliver con lo que de nuevo y al igual que en "Delirium" hace que el libro resulte algo tedioso.

Por otro lado, hay más acción, aunque algo opacada por esa bruma carente de sentimientos impuesta por la sociedad predominante y que amenaza con llevarse todo por lo que nuestros protagonistas están luchando. Hay que tener en cuenta que, Lena, la protagonista ha vivido toda su vida rodeada de ese ambiente y aunque esté descubriendo que estuvo engañada es normal que se cuestione todas las novedades que traen los nuevos sentimientos. Una vez mas, en ella vemos a veces reflejada también esa bruma, esa ambigüedad, que la escritora aprovecha para añadir algo de incertidumbre en cuanto a los propios sentimientos de sus personajes.

En este segundo libro entran nuevos personajes que se intuyen importantes en la trama y digo se intuyen porque los personajes no acaban de involucrarse demasiado entre sí, máxime teniendo en cuenta que su lucha es precisamente para hacerlo abiertamente. Esto último resulta verdaderamente desconcertante aunque no descabellado. Las luchas implican sacrificios de muchos para futuros beneficios de otros tantos. 

Como ya comenté en la reseña de "Delirium", para mí el mejor desarrollo de esta trilogía es el que es efectuado por nosotros mismos, nos deja un montón de cuestiones en las que pensar y a las que darle muchas vueltas. Me ratifico en que eso es lo realmente valioso de esta trilogía.


jueves, 28 de febrero de 2013

Reseña: "Delirium"



Seguimos con las distopías, esta vez les traigo la reseña de "Delirium", el primer libro de la Trilogía Delirium de Lauren Oliver.   

Nos encontramos en un mundo en el que el amor se considera una enfermedad y como tal necesita una cura, esa cura se ha encontrado y es una operación en la que se erradica de raíz esa zona del cerebro que gestiona los sentimientos. Como ven, el argumento hace aguas por muchos sitios, a mí al menos me resultó muy poco creíble, y eso unido a que el libro comienza siendo bastante lento y algo lioso no ayuda demasiado.

La escritora, Lauren Oliver, tiene tendencia a ser excesivamente descriptiva para mi gusto lo que ralentiza considerablemente la evolución de los acontecimientos. Las restricciones del entorno y la falta de sentimientos hacen además que el libro resulte algo oscuro y a veces hasta claustrofóbico por no encontrar salida, por sentirse aprisionado o simplemente por la propia ignorancia inicial de la protagonista. Pero fuera de los límites de la ciudad hay otra forma de ver las cosas, hay personas que luchan por recuperar todos los sentimientos robados.

Una vez superada la lentitud y la puesta en escena del libro nos encontramos con un ritmo algo mas movido y con mas acción. Nuestra protagonista, Lena, nos pone en antecedentes sobre como ha sido y es su vida y cómo se espera que deba ser. Todo cambia cuando conoce a Álex. Él le enseñará lo que se esconde detrás de tantas restricciones y, sobretodo, le enseña a darle nombre a sus sentimientos y al amor en especial.

Soy consciente de la gran cantidad de buenas críticas que está recibiendo esta trilogía y no es que me haya defraudado pero lo cierto es que tampoco me ha parecido muy destacable. Como he dicho, el estilo narrativo de Lauren Oliver me ha resultado muy tedioso en muchas ocasiones. Aún así se deja leer incluso a pesar de que el argumento principal, la base sobre la que se estructura todo el libro, no sea tan plausible. De alguna manera consigues abstraerte de esa idea y tratar de imaginar cómo sería este mundo con una total carencia de sentimientos o si seríamos capaces de llegar a pensar alguna vez que es mejor vivir en un mundo sin amor y de qué manera. Realmente creo que lo verdaderamente interesante de esta lectura son todos los razonamientos que nos puede plantear a posteriori.

jueves, 17 de enero de 2013

Te Quiero Mucho Mami


Nunca olvidaré la vez en que mi hijo dijo su primera palabra, en su caso fue "Mamá". Reconozco que no salió de la nada, todos le animábamos a decir mamá o papá indistintamente. Supongo que a base de tanta repetición al niño "solo" le quedó escoger cual diría. 

Con el tiempo la cosa cambia, entran muchos mas factores en juego, nuestros hijos van adquiriendo mas autonomía y son muchos mas los frentes que tenemos que abarcar para ayudarles en su aprendizaje. Pero ¿qué hay de los sentimientos?. ¿Qué pasa cuando ya no se trata de repetir una palabra sino de enseñarles a expresar un sentimiento?. Y aún mas, ¿cómo les enseñamos a "sentir" ciertos sentimientos?. Desde ya se los digo, el ejemplo es el mejor camino.

Hace algunas semanas llegaba de la guardería con el peque, de repente, ya en casa, me abrazó con mucha fuerza y me dijo: "¡Mi mami!". Era como si se alegrara muchísimo de verme, como si con esas palabras quisiese decirme todo lo que siente por mi y su apretón demostraba con su fuerza la cantidad inmensa de emoción que quería transmitir. Yo me quedé pensando en ello y por lo visto él también. Mas tarde, ya en su cama y listo para dormir, el peque me abrazó de nuevo con mucha fuerza y me dijo: "Te quiero mucho mami". Mi corazón lloró de alegría, qué inesperado y qué grandioso.

Tengo la satisfacción, el orgullo y la dicha de decir que desde entonces lo repite casi todos los días. Y he de reconocer que le he dado algunas vueltas al asunto. Yo nunca le expliqué expresamente lo que significaban esas palabras aunque sí se las hemos dicho constantemente mientras lo abrazábamos y lo besábamos (y lo seguimos haciendo claro). Me sorprende lo bien que ha entendido el mensaje y me maravilla porque eso significa que lo estamos haciendo bien, que hemos sabido transmitírselo, que es feliz y que nos quiere tanto como nosotros a él. Inmensamente.